Erik Jiménez, Antonio Arias, Lorena Enjuto y Víctor Lapido. Lagartija Nick en 2008Erik Jiménez, Antonio Arias, Lorena Enjuto y Víctor Lapido. Lagartija Nick en 2008

 

Hace casi un par de años, mantuve una extensa conversación con Antonio Arias, líder de nuestros admirados Lagartija Nick, a propósito del quince aniversario del estreno de «Hipnosis» (1991), el primer largo del grupo granadino. Parte de dicha conversación fue publicada como entrevista en un extenso dossier que me encargaron mis compañeros de Supernovapop. En una de las remodelaciones técnicas de la web, la entrevista se perdió, así que aquí os dejo el bruto de la misma, sin cortes publicitarios ni tijeretazos de editor. Para que no se diga y quede más apañao, incluyo algunas fotunis cortesía del propio Antonio. Espero que os guste y que lo disfrutéis. Allá va:

¿Cuándo empieza a rondar la idea de formar un grupo paralelo a tu actividad en 091?
Estando en 091, al poco de entrar en el grupo, empezó a tocar Erik en KGB. Ensayábamos muy cerca y 091, gracias a Dios, tuvo suficiente éxito como para que nos dedicáramos a la música profesionalmente. En aquello momentos editar un disco era un acontecimiento, y te ayudaba a sobrevivir en este mundo. Cualquier lanzamiento que hacías te daba un respaldo mínimo suficiente como para aventurarte en proyectos. No sé si hoy hubiera hecho lo mismo, siendo el sistema tan complicado. Erik ensayaba cerca, y uno se veía muy fuerte y muy capaz de realizar nuevos proyectos. Para mí era algo paralelo, nos pusimos a versionar canciones de Siouxsie, Joy Division, todo muy after-punk. Vimos que el sonido nos convencía; yo pensaba también que 091 debería arriesgar más, todo se ve diferente con la perspectiva del tiempo… así que nos aventuramos en 1987, estando yo en los cero. Vimos que tenía la suficiente repercusión, así que tardamos poco en decidirnos.

He de reconocer que si yo no hubiera estado en los cero y él en KGB hubiera sido mucho más difícil empezar. Todo lo que nos rodeaba invitaba, porque las independientes parecían independientes y las multis parecían multis. Todo parecía ser lo que imaginábamos. Luego el tiempo expone su criterio. Estábamos en dos grupos que funcionaban bien, así que pudimos empezar.

Así que durante un tiempo estuviste en 091 y Lagartija Nick.
Sí. Después de “Más de 100 lobos” dejé el grupo un poco, montamos Lagartija. Pero al poco volví con los cero porque mi relación con José Ignacio Lapido ha sido siempre de mucha pasión por la música. Él me mostró en su momento grupos que hoy me siguen fascinando, como Electric Prunes o 13th Floor Elevators.

José Ignacio Lapido, acompañando a Antonio Arias y Erik Jiménez en el primer concierto de Lagartija Nick, en la Discoteca Banitti de Granada (1988 o 1989)

José Ignacio Lapido, acompañando a Antonio Arias y Erik Jiménez en el primer concierto de Lagartija Nick, en la Discoteca Banitti de Granada (1988 o 1989)

Y en 1989 volviste a los cero.
Sí. Tenía un cuatro pistas y José Ignacio estaba maquetando el nuevo disco de los cero. Nos pusimos a trabajar en su casa y vimos que nuestra pasión por la música era lo primero. El problema de estar en un grupo es el tiempo; vas cambiando y tiendes a buscar problemas donde no los hay. En aquel momento teníamos muchísimos conciertos, teníamos dinero, nos separábamos unos meses y al regresar siempre surgía la motivación para volver a trabajar. De hecho José Ignacio Lapido grabó muchas de las guitarras de la primera maqueta de Lagartija Nick. Nunca hemos editado nada de eso, puede que ahora sea un buen momento. Y en el primer concierto de Lagartija Nick, nuestro guitarrista fue José Ignacio.

Volví al grupo, pero volvía a sentirme mal. Estaban en Zafiro, un semi-multinacional con la que yo me enfadé bastante en la época de “Más de 100 lobos”, porque ni conocían a Joe Strummer. Pensaban que era un amiguete inglés. Era increíble que tuvieras que ponerte a explicar en una discográfica quién era Joe Strummer. Les importaba un pito que fuera el cantante de los Clash y que estuviera produciendo nuestro disco. Zafiro demostró que comportarse como una verdadera multi: les importa un bledo la música, como bien ha explicado Ray Davies en muchas canciones de los Kinks. Son como vampiros de un estilo de vida. Todo eso era muy frustrante. Veníamos arrastrando eso con los cero, y siempre volvían a surgir esos problemas. Decíamos, “¡pero bueno, si estamos con una gente a la que no le importa la música, gente que odia la música!”.

Yo me empeñé en cambiar el sistema de trabajo interno de 091. Me empeñé en arreglar algo que no estaba roto, que funcionaba perfectamente, así que al intentar compaginar los grupos me di cuenta de que quería cantar y que en Erik tenía un aliado excepcional, un músico de mucho talento con el que empezar un proyecto muy apasionado. Buscamos una independiente, que era Romilar D, que había editado discos de Sex Museum y New Christs. Me llevaba muy bien con Juan Hermida, el dueño del sello, así que decidimos grabar el disco con él. En aquel momento Sony ya nos estaba llamando, ofreciéndonos anular el contrato con Romilar D para sacar ellos el disco. Le dijimos que no, que teníamos un compromiso con Juan Hermida, y luego fue precisamente Juan quien nos vendió a Sony. Por respetar el trabajo de Juan lo único que hicimos fue perder dinero.

Me llama la atención que al regresar a 091 lo hicieras aportando composiciones.
Pues sí. Eso es algo que me alegra mucho, el haber sido de las pocas personas que ha tenido la oportunidad de co-escribir canciones con José Ignacio Lapido. Desde siempre vi que él tenía muchísimo nivel con las letras, también con las músicas. Yo podía presentar mis canciones, pero nunca llevaba letras, aunque tenía a mi hermano Jesús, de TNT, que me ayudaba. Me cortaba el estar con José Ignacio a la hora de las letras. A veces te llega a acomplejar el tener a alguien de tanta categoría cerca. José Ignacio siempre ha sido muy buena persona, siempre se ha portado muy bien con Lagartija Nick, nos ayudó a tocar y a grabar, pero yo siempre me sentía un poco frustrado. Aunque me alegro mucho de poder haber escrito canciones con él.

Desde que comenzasteis Erik y tú a trabajar hasta la publicación de “Hipnosis” pasó mucho tiempo.
Sí. Empezamos a maquetar en 1987, luego volví con los cero y paré el grupo un poco, luego en 1988 nos presentamos a un concurso de Canal Sur y lo ganamos, en 1989 ya habíamos firmado con Romilar D y en 1990 sacamos el primer single. En aquella época todo se hacía interminable, pero en realidad todo pasó muy rápido. Ahora podemos tirarnos dos o tres años sin sacar disco y no sentir esa presión, puedes sacar un disco y girarlo durante todo el año siguiente. En aquellos momentos el tiempo pasaba de forma agobiante, pero también es verdad que algunas canciones de Lagartija yo las presenté a 091. Pero era una manía mía, como te decía, de intentar arreglar algo que no estaba roto, así que lo mejor era en ese momento empezar a dar forma a la trayectoria de Lagartija. Lo más importante para los grupos es la confianza en sí mismos, es casi obligatoria, aunque al final te estrelles contra la pared.

Codorniú, Arias y Jiménez en Canal Sur. 1989

Codorniú, Arias y Jiménez en Canal Sur. 1989

¿Y cuando llegan a Lagartija Nick los guitarristas, Juan Codorniu y Miguel Pareja?
Después de haber tocado con José Ignacio en el primer concierto llegó Miguel, aunque luego se tuvo que ir a trabajar. Luego vino Juan Codorniu, desde Algeciras. Con él formamos el trío y nos presentamos al concurso de Canal Sur. Un poco después regresó Miguel. Teníamos una formación muy compacta, nos llevábamos bastante bien. Miguel aportó la excentricidad en las guitarras que necesitábamos, porque éramos un poco cuadriculados. Seguíamos influidos por el after-punk y sobre todo por los Godfathers, y él metió unas guitarras siderales, influenciadas por Robert Fripp. Funcionábamos muy bien en directo y en estudio.

Todos salvo Juan Codorniu erais de Granada.
Sí. Miguel y Erik eran del barrio del Polígono. Un barrio bastante conflictivo. Yo soy de La Chana. Uno de los creadores, junto a J de Los Planetas, del sonido chana, aunque J era más de Los Pajaritos, que es donde luego me mudé yo.

Supongo que al conocer a estos guitarristas te quedaste impresionado.
Mi relación con Erik siempre ha sido muy visceral, muy sanguínea. Le conozco desde el instituto. Es como si hubiéramos aprendido a montar juntos en tándem. Esa base siempre fue muy sólida, la ideal para unos guitarristas imaginativos. Hace poco hablé con Miguel… y pienso que nuestros problemas siempre han venido por estar tanto tiempo juntos, pero siempre he visto en él un artista de mucho talento. Y en Juan un guitarrista muy abierto; cuando Owen Davies, el productor de “Inercia” conoció al grupo se quedó flipao con los dos, con cómo flotaban, con cómo Juan iba más con nosotros y Miguel era capaz de volar. Yo no he vuelto a ver un guitarrista como Miguel, eso lo tengo claro. No trabajaremos juntos por distintas circunstancias, pero le adoro, le admiro y me parece un guitarrista imprescindible. Me parece increíble que le hayan ignorado, que su grupo, Elíptica, no haya tenido ningún apoyo.

¿Y conservas todas estas grabaciones de la primera época?
No tiro nada. Como decía la canción de los Church, “I keep everything”. Sigo con la idea de sacar un recopilatorio con lo más importante de este material. Cuando grabamos “Inercia” nos compramos un ocho pistas que nos vendieron los Radio Futura, así que las maquetas ya eran de calidad y en multipista, así que merece la pena ir volcándolo, porque hay inéditas, canciones con muy buen sonido en versiones distintas.

De hecho ya habéis empezado a soltar ese material a través de vuestra página de Internet.
Es tirar de una piedra muy pesada. Sigo hablando con la gente de Sony para que me dejen reeditar los tres primeros discos acompañados de todo ese material inédito. Lo que pasa con Sony es que ya no se acuerdan ni de las personas que trabajaban en la empresa en ese momento ni tampoco de mí. Tienes que pedírselo como un favor, que no sientan que quieres engañarles. Parece mentira, pero con quien tienes que hablar para reeditar tu disco es con los abogados, y es muy complicado. Por eso mismo hemos puesto algo de ese material en la web, porque es gratis y nos evitamos problemas legales.

También habéis colgado material de “Omega”.
Es otra de las cosas que me gustaría sacar con mi sello, pero ocurre lo mismo: acojone con la legalidad. La intención es mostrar cómo se trabajaba al principio en “Omega” y cual es la visión que el grupo tenía sobre ese disco. Estoy de acuerdo en que Morente supo ver el trabajo y en que la participación de músicos como Vicente Amigo o Cañizares hizo que el disco fuera más rico y llegara a más público. No quiero decir que nosotros hicimos ese disco, “Omega” lo hicieron muchas personas, y en los últimos tiempos mucha gente me ha dado a entender que Lagartija Nick pretende reivindicar la autoría de “Omega”, cuando eso no es verdad. Que saquemos estas demos en la web no significa que pensemos que el disco sea nuestro, simplemente queremos dejar constancia de ese trabajo. Pero luego la gente se duele, lo malinterpreta, así que de momento sólo lo podemos hacer a través de la web.

Lagartija Nick en 1991, en la época de Hipnosis

Lagartija Nick en 1991, en la época de «Hipnosis»

¿Qué acogida tuvo “Hipnosis”?
Muy buena. Fue inmediato el ponernos a girar fuera de Andalucía. Eso fue muy importante para el grupo. Tocamos sobre todo por el País Vasco, por los gaztetxes y el ambiente underground del momento. Eso nos ayudó a acercarnos a Galicia y Cataluña. En Cataluña siempre han sido muy fieles a Lagartija. Esto nos ayudó a convencer aún más a Sony para hacer una gira por todo el país. Todo iba sobre ruedas cuando nos metimos a grabar “Inercia”. Tanto que hasta conseguimos fichar con Attraction, la oficina de management de Los Enemigos.

¿Y que Fino Oyonarte produjera el disco, fue cosa vuestra?
Sí. Teníamos amigos comunes, le conocía de que estuvo una temporada en Granada, recuperándose de una neumonía. Nos ayudó muchísimo, nos llevó de la mano, hizo un trabajo excelente con el primer disco, que grabamos en 5 días, en 59 horas. Más contentos no podíamos estar. Luego tuvimos acceso a otros productores, porque Sony talento no tenía, pero dinero sí. Pero el empuje nos lo dio Fino.

Y eso que era un productor joven e inexperto.
Fuimos a verle a Madrid, estuvimos en su casa, y nos encantó el ambiente de música que había allí. Escuchamos el disco que había producido a Los Del Tonos, sabíamos que había estado trabajando en el estudio de Carlos Martos, que era productor de Loquillo y Radio Futura, sabíamos que tenía los conocimientos y era de nuestra edad, así que no lo pensamos mucho. Pero además es una persona excelente, siempre se ha portado muy bien con nosotros, así que lo tuvimos clarísimo. Él dio mucho cuartelillo también.

Y al año siguiente llegó “Inercia”.
Es el más valorado por todos. También por nosotros. “Hipnosis” era demasiado variado y buscábamos un concepto de unidad, como el “Never mind the bollocks”, que parece la misma canción repetida diez veces. Eso es lo que intentamos, hacer un disco lineal, con las canciones muy parecidas entre sí. Todo compuesto en tonos mayores, con muy pocos acordes. Pensábamos que eso era una virtud, no un defecto. En Sony nos pasaron el primer disco de Manic Street Preachers y dijimos que queríamos ese productor. Pero Steve Brown estaba ocupado, así que él propuso a Owen Davies, que había trabajado con los Stones, y flipamos más todavía. Era íntimo amigo de Phil Lynott, de Thin Lizzy. Escuchó las demos y pensó lo mismo que nosotros: hacer un disco lineal. Teníamos un gran presupuesto, estuvimos un mes maquetando, otro grabando y otro mezclando. Como grabábamos muy rápido, todo fue mejorar sonido, poner las baterías muy bien, en analógico de 48 pistas. Masterizamos en Townhouse. El sonido le llegó en seguida a la gente, era nuestro sonido de directo, y estábamos encantados.

Antonio Arias y su bajo Gibson en la AlhambraAntonio Arias y su bajo Gibson en la Alhambra

Ahí te destapaste como letrista.
Creo que la gran iluminación para las letras de “Inercia” me la dio la portada del primer disco, que era un collage. José Ignacio Lapido hace unas letras muy consecuentes, pero mi forma de pensar es más abstracta. Así que decidimos hacer las letras como la portada del primer disco. Usando las frases que mejor nos suenen, haciendo que ese collage signifique algo, profundizando en la tecnología, en la ciencia-ficción, sin necesidad de que cada letra signifique algo, sino arrojando las palabras sobre las canciones. Fue la primera vez en que entendí las letras de Joe Strummer. El escribía una frase y tomaba la rima de la última palabra para luego completar el resto de frases teniendo en cuenta dicha rima, Intenté aplicarlo, pero no me salía, así que usé la otra teoría de Strummer: volcar, volcar y volcar sin preocuparme de que todo fuese cuadrado. Creo que eso le dio luminosidad a la música, pero recuerdo que las críticas vinieron por ahí, por las letras. Eso me frustró un poco. No entendí cómo esas revistas que adoraban a Nirvana, que escribían en ese sentido, atacaban mis letras. Eso me hizo daño e hizo daño al grupo. Si hubiera tenido más confianza en mí mismo podría haberlo explicado mejor, pero en aquel momento me hicieron sentir muy inseguro.

Yo creo que el gran valor de ese disco es que letras y música formaban un todo muy coherente.
Quería letras brillantes, que dieran color. La portada en azul y blanco también expresaba nuestras ganas de abrir ese camino luminoso.

Y las pintas de la portada eran un homenaje a Godfathers.
Claro. En aquellos tiempos fueron dos veces a tocar a Granada. Les conocimos y vimos que su actitud era muy rock, y sus influencias eran muy buenas. Ellos nos enseñaron a grupos mod como los Creation. Ese contacto nos influyó a la hora de buscar nuestro sonido y también a la hora de ponernos un traje para la portada.

Pero “Inercia” no recibió todo el apoyo que merecía. De hecho muchos os acusaban de pedantes hasta que salió “Omega”.
Sí, es cierto que la cosa cambió después de “Omega”. Sacar “Inercia” con una multi influyó también. En algunos gaztetxes ya no volvimos a tocar. Para la prensa especializada éramos unos pedantes y para la gente del underground unos vendidos. Cuando salió “Inercia” se suspendió la gira por el País Vasco, que había sido un feudo para el grupo. Eso nos hizo replantearnos las cosas, y la música volvió a ser oscura. Estábamos apesadumbrados.

Vuestros tres primeros discos mantienen su vigencia, son contemporáneos todavía.
El sonido ayuda a que esos discos puedan ser revisados sin demasiada vergüenza. No reflejan el sonido de una época, si acaso una forma de componer, pero no un sonido. En aquel momento había grupos como Parkinson DC que sí reflejaban un sonido indie, pero nuestros discos no.

Eso significa que el grupo tenía un discurso propio.
De hecho creo que esos discos se entienden mejor ahora. Seguimos tocando canciones de “Inercia”, son canciones fáciles de tocar, que llegan enseguida y son compactas. El trabajo que hicimos a posteriori precisa de otra concentración, pero de las “Inercia” y “Su” se pueden tocar todavía. Si no las tocáramos lo echaríamos en falta, y creo que el público también.

Erik Jiménez, Antonio Arias, M.A.R. Pareja y Juan Codorniu. La formación clásica de Lagartija Nick durante la primera mitad de los noventa

Erik Jiménez, Antonio Arias, M.A.R. Pareja y Juan Codorniu. La formación clásica de Lagartija Nick durante la primera mitad de los noventa

Para cuando salió “Su” había mucha expectación en el grupo.
En 1994 entramos en contacto con Morente para intentar grabar con él “La curva de las cosas”. A él le gustó, pero quería hacer algo nuevo, especial, que le llamara la atención. Eso nos hizo estudiar más música, y como veíamos que nuestra relación con la industria era un poco rara decidimos seguir por ese camino. Al año siguiente se publicó “Su”, y en la presentación del disco en Granada ya tocamos con Morente. Íbamos a hacer un maxi con él, con “Omega”, pero Sony no nos dejó. Teníamos reservado el estudio y las maquetas de la canción, pero no dieron permiso. Luego fue una lucha el conseguir que nos dejaran sacarlo con El Europeo.

¿Así que en la época de “Su” ya teníais hecho el tema “Omega”?
Sí, en verano del 95 ya teníamos maquetada la canción. Fuimos a Sony, Erik y yo, a pedirles más fechas de estudio. No teníamos que haber ido; teníamos que habernos metido en el estudio directamente a grabar y luego editarlo. Esa reunión nos llevó hasta el director de la empresa en ese momento, que nos dijo que aquello no tenía valor, que no había mercado, que era una mierda. Aquello nos desconcertó muchísimo, nuestra relación con Sony se vio herida de muerte. Nos obsesionamos con editar ese trabajo, dejamos de lado nuestra carrera como grupo y nos metimos con “Omega”, por cabezonería.

¿Y en todo el proceso de “Omega” siempre contasteis con la implicación de Morente?
Desde luego. Nosotros no podíamos editar el disco. Él no sólo nos apoyaba, sino que aportaba muchísimas cosas. Iba a ser un disco de Morente, nosotros pasábamos a un segundo plano que aceptamos, pero que creaba conflictos importantes. Erik se fue porque entendía el grupo por su lado, con sus discos y sus giras. Pero yo lo entendía de otra manera, para mí era un golpe de estado a la industria, un posicionamiento frente a Sony para demostrarles que el disco valía la pena y que podíamos sacarlo con o sin ellos. En ese trayecto nosotros perdimos protagonismo, la prensa especializada nos trató como acompañantes de Morente, y la historia se fundió bastante.

Fue el público en general quien apoyó el disco. Un público masivo que iba a los conciertos y que hizo que tocáramos durante años en España y en todo el mundo. Enrique es audaz, un genio, es muy inteligente para los negocios y supo acercar el ascua a su entorno, a su terreno y a partir de ahí empezó a ser el Papa de la industria. Supo aprovechar la situación mejor que nosotros. Sabe manejar a los jefes de la industria, sabe tratar con ellos, sabe venderse y hacer las cosas.

Pero eso fue a posteriori, con el disco ya editado
Claro, claro. En 1997 empezamos a presentarlo, pero hasta el 98 no entramos en los grandes festivales.

Repertorio de la gira Repertorio de la gira «El Shock de Leia». Low Club (Madrid), junio de 2007

Así que Erik se marchó por culpa de “Omega”.
Él se vio en un sitio muy importante como músico y se dejó querer. Lo entiendo, no soy su padre ni mando en él. Se marchó con quién más amor le demostró. Quería seguir con la labor que estábamos desarrollando antes de “Omega”, sacar discos y hacer giras sin profundizar en la música, sino profundizando en el aspecto social y mediático de ser músico. Es lícito. No me gustó en aquel momento porque perdí un aliado muy importante. A lo mejor yo habría hecho lo mismo en caso de ser sólo músico, si sólo me hubiera dedicado a tocar un instrumento: tocar, grabar, hacer giras y tener una repercusión social que me satisfaga. No me gustó, pero me hizo más fuerte.

Pero estarás de acuerdo en que Erik es un músico determinante, toque con quien toque.
Desde luego. Fija y da esplendor. A Los Planetas, que venían de unos conciertos desastrosos y unos baterías infames, les sirvió para brillar. Les hizo brillar a todos, Floren empieza a flotar con él, todo despegó con él. Los Planetas ya tenían la inteligencia, porque J es muy inteligente, ellos sabían muy bien por dónde querían ir, sabían que las revistas querían tenerlos y ellos se dejaron querer. Fue un matrimonio muy beneficioso para la industria y para ellos, pero también para nosotros, que hemos disfrutado mucho con sus discos.

Así que la marcha de Erik fue un dolor para todos.
Miguel quería implicarse más en la música de Lagartija. Así que después de “Omega” quisimos hacer algo diferente, especial. Habíamos trabajado con Lorca y yo ya conocía la obra de Val del Omar, y me parecía una poesía perfecta. Sus letras era futuristas, ciencia-ficción del XIX, perfectas. Miguel se metió más en la música y yo esta vez compuse menos. Después de todos los berenjenales en que nos habíamos metido nos apetecía hacer música, evolucionar y tocar en directo, así que decidimos hacer algo más futurista, trabajando en la secuenciación y acercándonos a un tratamiento metal. Ya no nos importaba la industria ni el público, sólo nos apetecía desarrollar aquello que nos dictaba la intuición. Y lo que apetecía en aquel momento era descubrir a poetas que no lo son, como Val del Omar. Siempre se le ha considerado un cineasta, pero junto con Lorca y Valente es el mejor poeta del siglo XX.

Queríamos inventar al poeta, crearlo. En Sony estaban seguros de que nos lo habíamos inventado, lo cual para mí era un halago; pero no, Val del Omar existía aunque es un genio oculto. Fue una manera de demostrar que, incluso en la era de la información e Internet, sigue habiendo genios ocultos. Hace poco, con las reediciones de Judee Sill, volví a sentir lo mismo. Nos creemos que somos los más listos, que lo conocemos todo y que apretando en el Google lo vamos a saber todo, pero no es así. Y el mensaje de Val del Omar es ese, el de profundizar sobre las cosas e intentar regalarle a la gente el fruto de nuestra profundización. Hay algo oculto en las cosas que te va llevando de un mundo a otro.

Lorena Enjuto. Low Club (Madrid) Junio de 2007Lorena Enjuto. Low Club (Madrid) Junio de 2007

Imagino que las canciones de “Val del Omar” pusieron de los nervios a la gente de Sony.
Sí, tanto que ni siquiera pagaron la mezcla del álbum. Eso salió de nuestro bolsillo. A mí no me gusta dejar los contratos al aire. Ahora tengo que hablar con ellos para intentar reeditar el “Inercia”, y si hubiera incumplido el contrato lo tendría más chungo. Nos interesaba acabar bien las cosas, así que terminamos la mezcla, Enrique colaboró desinteresadamente en el single del disco y hasta ahí llegó la cosa con Sony.

Fue vuestro primer disco metalero.
Nos gustaba Laibach, Esplendor Geométrico, Einsturzende Neubauten, Nine Inch Nails… más que metal nos gustaba lo industrial. Todos los riffs del disco son más techno que metal, aunque suenen muy metaleros. Estábamos profundizando en la electrónica, y nos veíamos obligados a transformar las composiciones para poder tocarlas en directo, y ahí se creaba la falsa ilusión del metal. En aquel momento seguíamos haciendo la gira de “Omega” y en El País dijeron que éramos un grupo de thrash-metal. Ya se sabe que si El País dice algo va a misa, así que a partir de ahí fuimos un grupo de thrash-metal.

A mí “Val del Omar” me dejó desconcertado.
Es que la obra de Val del Omar no se podía entender de otra manera. Su poesía pedía una música completamente enfrentada, que creara una mística mecánica, como sus letras. Una repetición incesante para llegar al éxtasis, como los derviches. Buscar la mística de la música a través de esa repetición. Cuando grabamos ese disco teníamos una tele en la que poníamos continuamente dos cortos de Val del Omar. A la hora de trasladar eso al directo no había otra forma. Lo del doble bombo fue lo que peor se entendió. Todo empezó a complicarse y tanto Miguel como Juan decidieron marcharse, lo mismo que José Antonio Quesada, el nuevo batería, que había tocado en un grupo de aquí que se llamaba Perpetual. Les faltó confianza en el grupo, así que tuve que ponerme a buscar músicos de nuevo, y pensé que sólo los que vinieran del metal podrían asumir esta nueva condición. Así llegaron David, Paco y mi hermano José Ángel. Profundizamos en el metal, y todo quedó condicionado para el siguiente disco, que pretendía ser un acercamiento al mundo de la ciencia-ficción adolescente. Pero seguíamos siendo muy metaleros, así que empezamos a girar con grupos como Hamlet y Soziedad Alkohólika. Hoy día se puede conseguir todo ese material de las series de ciencia ficción en DVD, pero en ese momento era muy complicado. La mujer de mi hermano, que es inglesa, fue quien nos consiguió las pistas de audio que salen en “Lagartija Nick”, rescatándolas de cintas VHS.

Foto de promo. 1988Foto de promo. 1988

¿Esa fue la época más difícil del grupo?
Fueron los tiempos más turbios, los de mayor confusión. Yo no quería afrontar lo que luego encaré con “Lo Imprevisto”. Con “Lo Imprevisto” dejé de intentar ser un Superman de la música, dejé de querer estar en todos los ambientes, de intentar convencer a la gente de todas las cosas todo el tiempo. Fueron malos tiempos para el grupo, pero seguíamos teniendo conciertos, seguíamos haciendo el “Omega” por Europa. Cuando volvíamos a España no pasaba nada, es como si no hubiéramos hecho nada. Era una satisfacción privada, nunca lo veíamos reflejado fuera de nuestro propio entorno. Ganábamos dinero y tampoco nos preocupábamos demasiado.

¿Volver a trabajar con Juan Hermida fue una reacción instintiva?
Habíamos ido al programa de Miguel Bosé con el “Omega”. Resulta que Bosé era fan del “Inercia” y también del “Omega” y tenía una compañía de discos, y nos propuso hacer uno. Luego tuvo un accidente y la cosa no fue a más, y nosotros ya habíamos acordado trabajar otra vez con Juan, así que no quisimos defraudar. La condición para fichar con tal o cual compañía era que su director se supiera el título de un disco de Lagartija Nick. Y ese era Juan, claro. Él quería editar el trabajo tal y como estaba en las maquetas, sin el rollo metalero, pero en aquel entonces era lo que nos daba de comer, así que fuimos consecuentes y desechamos aquellas maquetas y tiramos hacia el metal. El disco salió y sirvió para confirmar que sólo nos permitía entrar en determinados circuitos, con lo cual decidí llamar a M.A.R. Pareja buscando un poco de amistad, de cercanía. Nos pusimos a trabajar en “Ulterior”, con mucha secuenciación durante las maquetas, pero al llegar al estudio le propuse grabarlo sin máquinas. El resultado fue desigual, parecen demos. Quizá hubiera sido mejor hacer un disco mecánico, pero bueno…

¿Y seguíais tocando de forma regular?
Sí. Seguíamos girando el “Omega”. Eran conciertos muy exigentes, que pedían mucha preparación y ensayo. Viajábamos mucho, pasando bastantes días en cada destino. No pudimos promocionar demasiado “Ulterior” por ese motivo. Después del último concierto de “Omega” decidí que había que dar un cambio. Ya habíamos hecho música sobre máquinas, sin máquinas y con máquinas. Llamé a Erik, a Fino, con la idea de recuperar el planteamiento de nuestro primer disco pero aplicando todo lo que habíamos aprendido en estos años. Llevábamos casi ocho años de gira con el “Omega” y ya nos hacía falta cambiar.

Presentación de El Shock de Leia. El Sol (Madrid), 30 de abril de 2007Presentación de «El Shock de Leia». El Sol (Madrid), 30 de abril de 2007

Por eso “Lo Imprevisto” es un reencuentro.
Lo tenía todo más claro, con Fino de productor, otra vez con Eric, con J apoyándonos con su estudio… fue un reencuentro de amigos, volvimos al sistema analógico. Hemos estado girando gracias a ese disco hasta este verano. Ahora no tenemos muy claro si grabar un disco entero, si acompañar lo del archivo con “La Guerra de los Mundos”. Estamos intentando hacerla con Luis Varela. Entre “Ulterior” y “Lo Imprevisto” hicimos “La Guerra de los Mundos” un par de veces en Granada, con cuarteto de cuerda y proyecciones, pero queremos editarlo aparte de hacerlo en directo. Lo que pasa es que no tenemos permiso. Hemos hablado con Luis Varela, un actor de doblaje estupendo que ya estuvo en la primera versión del disco, porque queremos hacerlo con él como narrador principal. Queremos que sea un musical estable, en Madrid. Es un proyecto muy grande, pero ya no tenemos la obsesión de antes, sabemos tomarnos las cosas con más calma, hacer nuestros discos, nuestra giras en salas.

Y además, ahora, con vuestro propio sello.
Fino fue quien nos animó a hacerlo. Él insistió, y esa nueva vía es en la que estamos ahondando. Es complicado acceder a grandes presupuestos, lo cual te obliga a hacer las cosas de otra manera, pero no dejamos de lado otros proyectos siderales como “La Guerra de los Mundos” o la colaboración con La Fura Dels Baus y Rafael Amargo en el musical de “Don Quijote”. Todo nos ha servido. Con La Fura siempre hablamos de hacer algo fuerte con Val del Omar. Eso está ahí, así que nunca se sabe. La vida en la música no es fácil, pero echas la vista atrás y te das cuenta de todo lo que has conseguido, así que nos damos por satisfechos. Ahora toca decidir, o bien grabamos un disco nuevo o bien sólo unos temas para acompañar el proyecto de recuperar nuestro archivo, que a mí es lo que más me apetece.

¿Piensas que sin montar vuestro sello habríais podido seguir publicando?
Sí, había interés. Nosotros con Zero no tenemos ningún problema, pero en el momento en que decidimos marchar la compañía estaba saturada de grupos. Estábamos molestando, porque aunque ellos tenían ganas no disponían de medios, lo cual te obligaba a hacer cola entre 40 grupos. Preferimos hacerlo nosotros, siendo arte y parte, viendo qué nos falta y qué nos sobra. Es un coñazo, es casi incompatible la música y llevar un sello, pero también es una manera de tener libertad, de evitar que los proyectos se ahoguen en los despachos. La industria española sabe que para cargarse un proyecto sólo tienen que aplazarlo indefinidamente.

El single “Carmen Celeste” es una sorpresa, sobre todo por su formato.
Nadie quiere singles, pero es un trabajo tan inmediato que encaja perfectamente. Refleja la alegría por el nacimiento de nuestra hija, y queríamos solamente plasmar esa alegría extraordinaria. Es para nuestros fans, nada más. Luego nos dimos cuenta de que en esa tanda de canciones había un eco pop, así que hemos dejado que se nos pase esa fiebre para poder encarar las nuevas canciones.

Texto: César Luquero
Fotos: Archivo de Antonio Arias
Fotos Directo: Conrado Gramenauer

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